martes, 7 de agosto de 2007

REUNIÓN FAMILIAR


Esta mañana me ha pedido mi madre que la acompañe al aereopuerto porque Famatah una refugiada de Sierra Leona iba por fin a reunirse con 3 de sus hijos que no veia desde que la guerra civil los separara hace 10 años.

Detrás hay una de esas historias que estremecen, una de esas historías que nos deberían hacer llorar y reflexionar sobre la naturaleza humana, su vileza y su belleza. Sin embargo aunque el guión es excelente hemos visto ya tantas peliculas, noticias y reportajes que parece no afectarnos...

No quiero aquí hablar de la historia de Famatah que fue separada de sus hijos durante la cruel guerra en Sierra Leona. Que fue llevada a un campo de refugiados en Marruecos. Que intentó volver para buscar a unos hijos de los que desconocia el paradero, ni siquiera sabía si estaban vivos o muertos!

No voy a hablar de la odisea que la llevó a España tras 3 años en campos de refugiados, ni de la inmensa alegria de descubrir 3 años después que sus hijos aún vivían y que podía contactar con ellos. Ni siquiera pienso hablar de las personas buenas y generosas que la ayudaron a asentarse en Valencia, le consiguieron una vida digna y que 10 años después le dieron lo que más deseaba en el mundo: la oportunidad de reunirse con sus hijos (aunque solo sea con tres de los cinco).

De lo que quiero hablar es de lo increíblemente humanos que son los seres humanos. De como, en momentos de emociones extremas, toda la personalidad de un ser humano se puede transmitir con un simple gesto, con una sola expresión. De como esas emociones traspasan todas las barreras culturales y sociales porque son puros, básicos, esenciales.

Pero volvamos a la historia: Famatah iba a reunirse con tres de sus hijos, el mayor de 26 años, su hermana gemela y otro más pequeño de 24 años. Hacía 10 años que no se veían y durante 3 años se daban por muertos o desaparecidos. Yo estaba en la puerta de llegadas nº 2 del aereopuerto de Valencia, camara en mano y luchando para no dejarme llevar por la emociónes tan intensas que me rodeaban. El avión había llegado hace ya 30 minutos y aún no habían salido. Famatah estaba muy nerviosa, preocupada, tensa, feliz...

Se vuelven a abrir las puertas por enesima vez y como un resorte ella sale corriendo hacia sus hijos alzando las manos al cielo pero sin emitir ningún sonido. El mayor va delante con una enorme sonrisa en los labios, alto, erguido y decidido, está agarrando por el codo al pequeño que parece un zombi, la cara totalmente desprovista de emociones mira aturdido a su alrededor, detrás va la hermana empujando el carro con las maletas; ella también sonrie pero con más timidez, un poquito preocupada.




Famatah se abalanza sobre los dos hermanos y los abraza, el mayor sigue sonriendo y devuelve el abrazo como un hombre mucho más adulto y maduro de lo que le corresponde por edad, devuelve el abrazo como un niño que de repente la vida ha transformado en padre de sus hermanos, como alguién que a pesar de haber visto atrocidades y haber sufrido grandes injusticias no ha perdido su fuerza y su capcidad de sonreir con sinceridad.

El pequeño sigue inexpresivo, mira a su madre atónito, parece no reconocerla, o quizás no quiere creer lo que está ocurriendo. Pero cuando su madre le abraza, agacha la cabeza, la hunde en el hombro de ella y empieza a llorar. No un llanto ruidoso y desesperado, más bien unas pocas lágrimas silenciosas y solitarias que bajan muy despacio por su cara aún inexpresiva. De hecho en seguida se recupera, levanta la cabeza se seca los ojos y anda hacia nosotros, la emoción a punto de desbordarle.



Famatah se acerca a su hija y se abrazan, pero en su abrazo no parece de madre a hija, parece un abrazo entre iguales, entre dos hermanas que no se ven hace mucho. Dos hermanas que saben lo que han sufrido aunque no hayan hablado en años. Sus miradas son totalmente complices, se miran a los ojos con una sonrisa franca y reposada y eso basta para que se digan todo lo que se tienen que decir.

El hijo mayor pasa un brazo detrás de los hombros de su madre, para arroparla y protegerla, para que no desfallezca de tanta emoción y para reafirmar que ahora están fisicamente juntos, es un gesto lleno de fuerza y ternura. La madre agarra al hijo pequeño que se ha vuelto a encerrar en su inexpresividad, es el más sensible del grupo, seguramente el que más ha sufrido la separación y que ha creado incontables armaduras y muros para protegerse del sufrimiento.
La hermana les sigue empujando el carro mirando con ternura a los tres que la preceden. Es feliz pero se mantiene un poco separada para que su madre vuelva a asumir el papel de madre y ella que ha sido madre los ultimos diez años pueda volver a ser hija, aunque solo sea por unos instantes puesto que en ciertas cosas no hay marcha atrás.




Me sorprende haber captado tanto de la esencia de estas cuatro personas en apenas un minuto y sin proferir palabras; y es de eso de lo que quería hablar: de la capacidad de expresarnos y de entendernos solo porque somos humanos, de la capacidad de sentir lo que sienten otras personas y del esfuerzo constante que hacemos para anular esa capacidad.



Bueno y también de mi frustración por no haber sabido captar en las fotografías todas estas cosas. Tengo mucho que aprender y debo seguir practicando ;)

4 comentarios:

Unknown dijo...

hola, sinceramente me parece una buena idea que nos vayas dando noticias de tus movimientos "en busca de Adritzz", y respecto de la reunion familiar......... no s hace falta de noticias como estas, para que entendamos que hay problmeas mas grandes que los nuestros.
Feliz busqueda Adrizz
Valerio

paolo dijo...

e come continua la storia? cosa faranno adesso?
nihao e buon viaggio
paolo

adritzz dijo...

Ciao Valerio, en efecto ayuda a poner las cosas en perspectiva. Si encuentro algo te cuento. Felices vacaciones

Paolo: ora come rifugiati hanno diritto ad una casa popolare ad un costo molto ridotto ed hanno le carte in regola per ceercare lavoro. Un rifugiato é un privilegiato rispetto ad un clandestino. Organizzazioni pubbliche gli aiuteranno ad inserirsi e trovare lavoro.

Cuentos para pasar el rato dijo...

wow! que fuerte...me olvido con frecuencia del otro :(